sábado, agosto 22, 2009

incunables

Se denomina incunables a los libros impresos antes del 1 de enero de 1501

La Biblioteca Nacional de Espana cuenta con la colección más importante del país, unos 3.100 ejemplares, donde están representadas las principales imprentas españolas y la mayor parte de las imprentas europeas.

La formación de la colección de incunables se remonta a los de la Biblioteca Real, pues algunos de los incunables ingresaron con las bibliotecas confiscadas por Felipe V tras la guerra de Sucesión como la de Juan Francisco Pacheco Téllez Girón, IV duque consorte de Uceda que presenta la encuadernación típica de dicha biblioteca nobiliaria: cartón cubierto de pergamino verde con hierros dorados.

En estos primeros tiempos, mención especial merece el bibliotecario mayor Juan de Iriarte que consiguió llevar a buen término en 1736 una primera permuta de fondos con el convento de Santo Tomás de Ávila, que iba a incorporar a la colección 315 incunables.

Durante todo el siglo XVIII el procedimiento más habitual para el incremento de la colección fue la compra de bibliotecas particulares y así la incorporación en 1865 de la biblioteca de Pedro Caro Sureda, III Marqués de la Romana supone 200 nuevos incunables. A esta biblioteca se había incorporado la de Fernando José de Velasco y Ceballos que contabilizaba unos 30 incunables.
No faltaban tampoco algunos incunables en la biblioteca del erudito y bibliófilo Luis Usoz y Río incorporada en 1873, aunque se trata de un hecho muy poco significativo en la historia de la formación de la colección de incunables. Aunque se trata del único fondo de impresos que se ha mantenido unido, con signatura propia, a lo largo del tiempo algunos de sus incunables cambiaron la característica signatura "U" por la propia de los incunables.
Un tercer momento de la formación de la colección tiene lugar en 1886 con la biblioteca ducal de Osuna e Infantado. A este hecho tendremos que unir otros dos acontecimientos. En primer lugar, el envío de la biblioteca del Ministerio de Fomento que tiene lugar en 1888 y que incorpora quince incunables y en segundo lugar la célebre subasta celebrada en París en 1891 para liquidar la biblioteca de Ricardo Heredia, conde de Benahavis, ocasión en que la Biblioteca conseguirá una decena de importantes ejemplares.
Cuando la Biblioteca traslada su edificio desde la calle Arrieta al Paseo de Recoletos entre 1894 y 1896 los incunables logran su sección aparte, su signatura propia, una I y un número currens.
El siglo XIX se cierra con otro hecho importante, cuando en 1899 se compra la biblioteca de Pascual de Gayangos. Sus ejemplares en el conjunto de la colección son multitud, reconocibles por la presencia de un sello en tinta roja con su nombre.
La colección de incunables ha continuado creciendo y sigue haciéndolo en este momento, gracias a las adquisiciones de ejemplares aparecidos en el mercado nacional e internacional o en poder de particulares, pero igualmente por los hallazgos de nuevos incunables en la propia Biblioteca, en la mayor parte de las ocasiones, por un estudio más detenido de los volúmenes facticios de la propia colección y más cuidadosamente de la rica colección de manuscritos y de impresos Raros.

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