jueves, septiembre 24, 2009

origen del idioma español

Por Sergio Zamora
Como dice Menéndez Pidal "la base del idioma es el latín vulgar, propagado en España desde fines del siglo III a.C., que se impuso a las lenguas ibéricas" y al vasco, caso de no ser una de ellas. De este substrato ibérico procede una serie de elementos léxicos autónomos conservados hasta nuestros días y que en algunos casos el latín asimiló, como: cervesia > cerveza, braca > braga, camisia > camisa, lancea > lanza.

Otros autores atribuyen a la entonación ibérica la peculiar manera de entonar y emitir el latín tardío en el norte peninsular, que sería el origen de una serie de cambios en las fronteras silábicas y en la evolución peculiar del sistema consonántico.

Otro elemento conformador del léxico en el español es el griego, puesto que en las costas mediterráneas hubo una importante colonización griega desde el siglo VII a.C.; como, por otro lado, esta lengua también influyó en el latín, voces helénicas han entrado en el español en diferentes momentos históricos. Por ejemplo, los términos huérfano, escuela, cuerda, gobernar, colpar y golpar (verbos antiguos origen del moderno golpear), púrpura (que en castellano antiguo fue pórpola y polba) proceden de épocas muy antiguas, así como los topónimos Denia, Calpe. A partir del Renacimiento siempre que se ha necesitado producir términos nuevos en español se ha empleado el inventario de las raíces griegas para crear palabras, como, por ejemplo, telemática, de reciente creación, o helicóptero. Entre los siglos III y VI entraron los germanismos y su grueso lo hizo a través del latín por su contacto con los pueblos bárbaros muy romanizados entre los siglos III y V.

Forman parte de este cuerpo léxico guerra, heraldo, robar, ganar, guiar, guisa (compárese con la raíz germánica de wais y way), guarecer y burgo, que significaba 'castillo' y después pasó a ser sinónimo de 'ciudad', tan presente en los topónimos europeos como en las tierras de Castilla, lo que explica Edimburgo, Estrasburgo y Rotemburgo junto a Burgos, Burguillo, Burguete, o burgués y burguesía, términos que entraron en la lengua tardíamente. Hay además numerosos patronímicos y sus apellidos correspondientes de origen germánico: Ramiro, Ramírez, Rosendo, Gonzalo, Bermudo, Elvira, Alfonso. Poseían una declinación especial para los nombres de varón en -a, -anis, o -an, de donde surgen Favila, Froilán, Fernán, e incluso sacristán. Junto a estos elementos lingüísticos también hay que tener en cuenta al vasco, idioma cuyo origen se desconoce, aunque hay varias teorías al respecto.

Algunos de sus hábitos articulatorios y ciertas particularidades gramaticales ejercieron poderosa influencia en la conformación del castellano por dos motivos: el condado de Castilla se fundó en un territorio de influencia vasca, entre Cantabria y el norte de León; junto a eso, las tierras que los castellanos iban ganando a los árabes se repoblaban con vascos, que, lógicamente, llevaron sus hábitos lingüísticos y, además, ocuparon puestos preeminentes en la corte castellana hasta el siglo XIV. Del substrato vasco proceden dos fenómenos fonéticos que serán característicos del castellano.

La introducción del sufijo -rro, presente en los vocablos carro, cerro, cazurro, guijarro, pizarra, llevaba consigo un fonema extravagante y ajeno al latín y a todas las lenguas románicas, que es, sin embargo, uno de los rasgos definidores del sistema fonético español; se trata del fonema ápico-alveolar vibrante múltiple de la (r). La otra herencia del vasco consiste en que ante la imposibilidad de pronunciar una f en posición inicial, las palabras latinas que empezaban por ese fonema lo sustituyeron en épocas tempranas por una aspiración, representada por una h en la escritura, que con el tiempo se perdió: así del latín farina > harina en castellano, pero farina en catalán, italiano y provenzal, fariña en gallego, farinha en portugués, farine en francés y faina en rumano; en vasco es irin. La lengua árabe fue decisiva en la configuración de las lenguas de España, y el español es una de ellas, pues en la península se asienta durante ocho siglos la dominación de este pueblo. Durante tan larga estancia hubo muchos momentos de convivencia y entendimiento. Los cristianos comprendieron muy pronto que los conquistadores no sólo eran superiores desde el punto de vista militar, sino también en cultura y refinamiento. De su organización social y política se aceptaron la función y la denominación de atalayas, alcaldes, robdas o rondas, alguaciles, almonedas, almacenes.

Aprendieron a contar y medir con ceros, quilates, quintales, fanegas y arrobas; aprendieron de sus alfayates (hoy sastres), alfareros, albañiles que construían zaguanes, alcantarillas o azoteas y cultivaron albaricoques, acelgas o algarrobas que cuidaban y regaban por medio de acequias, aljibes, albuferas, norias y azadones. Influyeron en la pronunciación de la s- inicial latina en j- como en jabón del latín 'saponem'. Añadieron el sufijo -í en la formación de los adjetivos y nombres como jabalí, marroquí, magrebí, alfonsí o carmesí. Se arabizaron numerosos topónimos como por ejemplo Zaragoza de "Caesara(u)gusta", o Baza de "Basti". No podría entenderse correctamente la evolución de la lengua y la cultura de la península sin conceder al árabe y su influencia el lugar que le corresponde. Si consideras que esta información es insuficiente o estás interesado en conocer más de la historia del idioma español, por favor envíame un correo y con gusto ampliaré el tema.

¿Castellano o Español?


Esta lengua también se llama castellano, por ser el nombre de la comunidad lingüística que habló esta modalidad románica en tiempos medievales: Castilla. Existe alguna polémica en torno a la denominación del idioma; el término español es relativamente reciente y no es admitido por los muchos hablantes bilingües del Estado Español, pues entienden que español incluye los términos valenciano, gallego, catalán y vasco, idiomas a su vez de consideración oficial dentro del territorio de sus comunidades autónomas respectivas; son esos hablantes bilingües quienes proponen volver a la denominación más antigua que tuvo la lengua, castellano entendido como 'lengua de Castilla'.

En los países hispanoamericanos se ha conservado esta denominación y no plantean dificultad especial a la hora de entender como sinónimos los términos castellano y español. En los primeros documentos tras la fundación de la Real Academia Española, sus miembros emplearon por acuerdo la denominación de lengua española. Quien mejor ha estudiado esta espinosa cuestión ha sido Amado Alonso en un libro titulado Castellano, español, idioma nacional. Historia espiritual de tres nombres (1943). Volver a llamar a este idioma castellano representa una vuelta a los orígenes y quién sabe si no sería dar satisfacción a los autores iberoamericanos que tanto esfuerzo y estudio le dedicaron, como Andrés Bello, J. Cuervo o la argentina Mabel Manacorda de Rossetti. Renunciar al término español plantearía la dificultad de reconocer el carácter oficial de una lengua que tan abierta ha sido para acoger en su seno influencias y tolerancias que han contribuido a su condición. Por otro lado, tanto derecho tienen los españoles a nombrar castellano a su lengua como los argentinos, venezolanos, mexicanos, o panameños de calificarla como argentina, venezolana, mexicana o panameña, por citar algunos ejemplos. Lo cual podría significar el primer paso para la fragmentación de un idioma, que por número de hablantes ocupa el tercer lugar entre las lenguas del mundo. En España se hablan además el catalán y el gallego, idiomas de tronco románico, y el vasco, de origen controvertido. Sergio Zamora B. Guadalajara, Jalisco, México 1999

El español ayer y hoy


En la formación del español cabe distinguir tres grandes períodos: el medieval, también denominado del castellano antiguo, fechado entre los siglos X al XV; el español moderno, que evolucionó desde el sigloXVI a finales del XVII, y el contemporáneo, desde la fundación de la Real Academia Española hasta nuestros días.

El castellano medieval


El nombre de la lengua procede de la tierra de castillos que la configuró, Castilla, y antes del siglo X no puede hablarse de ella. Por entonces existían cuatro grandes dominios lingüísticos en la Península que pueden fijarse por el comportamiento de la vocal breve y tónica latina o en sílaba interior de palabra como la o de portam que diptongó en ué en el castellano, puerta, y vaciló entre ue, uo y ua en el leonés y aragonés (puorta) y mozárabe (puarta). En términos generales, se mantuvo la o del latín (porta) en la lengua del extremo occidental, el galaico-portugués -del que surgiría el gallego y el portugués-, y en el catalán del extremo oriental, que ejercería su influencia posterior por las tierras mediterráneas, fruto de la expansión política.

El castellano fue tan innovador en la evolución del latín como lo fueron los habitantes de Castilla en lo político. A esta época pertenecen las Glosas Silenses y las Emilianenses, del siglo X, que son anotaciones en romance a los textos en latín: contienen palabras y construcciones que no se entendían ya.

Las primeras se escribieron en el monasterio benedictino de Silos, donde para aclarar el texto de un penitencial puede leerse "quod: por ke", "ignorante: non sapiendo"; las Glosas Emilianenses se escriben en el monasterio de San Millán de la Cogolla o de Suso.

En el sur, bajo dominio árabe, hablaban mozárabe las comunidades hispanas que vivían en este territorio y conservaron su lengua heredada de épocas anteriores. La mantuvieron sin grandes alteraciones, bien por afirmación cultural que marcara la diferencia con las comunidades judía y árabe, bien por falta de contacto con las evoluciones que se estaban desarrollando en los territorios cristianos. En esta lengua se escriben algunos de los primeros poemas líricos romances: las jarchas, composiciones escritas en alfabeto árabe o hebreo, pero que transcritas corresponden a una lengua arábigo-andaluza.

De los cambios fonéticos que produjeron en esta época en el castellano, el más original consistió en convertir la f- inicial del latín en una aspiración en la lengua hablada, aunque conservada en la escritura. El primer paso para convertir el castellano en la lengua oficial del reino de Castilla y León lo dio en el sigloXIII AlfonsoX, que mandó componer en romance, y no en latín, las grandes obras históricas, astronómicas y legales.

El castellano medieval desarrolló una serie de fonemas que hoy han desaparecido. Distinguía entre una -s- sonora intervocálica, que en la escritura se representaba por s, como en casa, y una s sorda, que podía estar en posición inicial de palabra como silla, o en posición interna en el grupo -ns-, como en pensar o en posición intervocálica que se escribía -ss- como en viniesse.

Las letras ç y z equivalían a los sonidos africados (equivalente a ts, si era sordo, y a ds, si era sonoro), como en plaça y facer. La letra x respondía a un sonido palatal fricativo sordo, como la actual ch del francés o la s final del portugués y también existía correspondiente sonoro, que se escribía mediante j o g ante e, i: así dixo, coger, o hijo. Distinguía entre una bilabial oclusiva sonora -b-, que procedía de la -p- intervocálica del latín o b de la inicial sonora del latín (y que es la que hoy se conserva), y la fricativa sonora, que procedía de la v del latín, cuyo sonido se mantiene hoy en Levante y algunos países americanos.

Desde el punto de vista gramatical ya habían desaparecido las declinaciones del latín y eran las preposiciones las que señalaban la función de las palabras en la oración. El verbo haber todavía tenía el significado posesivo tener, como en había dos fijos y se empleaba para tener y para formar las perífrasis verbales de obligación que originarían a partir del siglo XIV los tiempos compuestos; por eso, entre la forma del verbo haber y el infinitivo siguiente era posible interponer otro material léxico, hoy impensable, como en "Enrique vuestro hermano había vos de matar por las sus manos".

Los adjetivos posesivos iban precedidos de artículo, como aún hoy ocurre en portugués; así, se decía los sus ojos alza. El español del siglo XII ya era la lengua de los documentos notariales y de la Biblia que mandó traducir Alfonso X; uno de los manuscritos del siglo XIII se conserva en la biblioteca de El Escorial. Gracias al Camino de Santiago entraron en la lengua los primeros galicismos, escasos en número, y que se propagaron por la acción de los trovadores, de la poesía cortesana y la provenzal.

jueves, septiembre 17, 2009

leyes de reforma, 150 años.......


El propósito principal de las Leyes de Reforma era separar la Iglesia y el Estado. En adelante, la Iglesia no debería tomar parte en los asuntos del Estado.

La Guerra de Reforma de México transcurrió desde diciembre de 1857 hasta enero de 1861. Con el transcurso de los años, la guerra se hizo más sangrienta y polarizó a la gente en la nación.

Muchos de los moderados se unieron a los liberales, convencidos de que era necesario disminuir y controlar el gran poder de la iglesia. Por un tiempo los liberales y conservadores tuvieron gobiernos paralelos, con la sede gobierno conservador en la ciudad de México y los liberales en Veracruz.

Una vez que el Congreso Constituyente había cumplido con su tarea de elaborar una nueva constitución, se hizo la convocatoria para realizar elecciones tanto de los poderes generales como de los estados; tocó entonces a las legislaturas estatales el arreglo de las constituciones particulares de cada estado, de acuerdo con la constitución general.

Se reunió así el primer Congreso Constitucional que trabajaría ya bajo los principios de la carta magna del 1857.

Cuatro etapas del Movimiento de Reforma

En el Movimiento de Reforma se distinguen principalmente cuatro etapas:

1. Antecediendo a estas leyes se encuentra la reforma de Valentín Gómez Farías, de 1833.

2. La segunda reforma, que consta de las siguientes leyes:

Ley Lerdo. Obligaba a las corporaciones civiles y eclesiásticas a vender las casas y terrenos que no estuvieran ocupando a quienes los arrendaban, para que esos bienes produjeran mayores riquezas, en beneficio de más personas. Firmada por el Presidente Comonfort y Lerdo de Tejada.

Ley Juárez. Aprobada por Benito Juárez, trató de suprimir los fueros militares y eclesiásticos en los negocios civiles, por lo tanto los tribunales de las dos corporaciones, Iglesia y Ejército, se debían concretar a intervenir en los asuntos de su competencia y no los asuntos civiles.

Ley Iglesias. Se prohibió el cobro de derechos y obvenciones parroquiales, que hasta entonces exigían los sacerdotes a los pobres, considerándose pobres aquéllas personas que no obtuvieran a través de su trabajo personal más de la cantidad diaria indispensable para la subsistencia. Autor: José María Iglesias.

3. La Constitución de 1857, en que triunfaron los liberales moderados:

El clero y una parte importante del pueblo obviamente estuvieron en contra de estas leyes, al afirmar que atacaban a la religión; a partir de entonces comenzaron a brotar conspiraciones.

El conservador Felix Zuloaga, dio a conocer el Plan de Tacubaya, el cual demandaba la anulación de la Constitución de 1857, la permanencia de Ignacio Comonfort, y la convocatoria de un Congreso extraordinario, el cual se encargaría de elaborar otra carta constitucional que, según los conservadores, "garantizara los verdaderos intereses del pueblo".

El Presidente Comonfort se une al Plan de Tacubaya, da un golpe de estado y desconoce la constitución, quedando las leyes sin efecto. Surgen problemas por todo el país, y ante su incapacidad, Comonfort abandona México. Siendo Juárez el Ministro de la Suprema Corte de Justicia, asume por derecho la presidencia de México en 1858. Pero los conservadores habían elegido otro Presidente, Felix Zuloaga.

4. Las Leyes de Reforma o de guerra de contenido radical. Durante la Guerra, Juárez es obligado a trasladar su gobierno a varias ciudades del país. Incluso sale de México hacia Panamá, y regresa por Veracruz en 1859, donde expide las siguientes leyes de reforma:

Nacionalización de Bienes Eclesiásticos
Matrimonio Civil
Registro civil
Secularización de Cementerios
Días Festivos
Libertad de cultos

Liberales vencen a conservadores

La guerra de reforma dura tres años, y en 1861 por fin los liberales logran vencer a los conservadores, regresando Juárez a la Ciudad de México en enero de ese año. Durante su gobierno adiciona las siguientes leyes:

Hospitales y Beneficencia (1861)
Extinción de Comunidades Religiosas (1863)

La etapa final de la Guerra de Reforma, que se desarrolló del 15 de junio al 22 de diciembre de 1860, se caracterizó por las continuas victorias liberales hasta consumar la derrota final y disolución del ejército conservador con la victoria de la Batalla de Calpulalpan, que tuvo lugar el 22 de diciembre de 1860.

El general González Ortega -con las divisiones de San Luis Potosí, Zacatecas, Jalisco y Morelia, Guanajuato y una brigada de Guadalajara, que sumaban cerca de 20 mil hombres al mando de los generales Ignacio Zaragoza, Epitacio Huerta, Leandro Valle, Florencio Antillón, Pedro Ogazón y otros- derrotó a Miguel Miramón, Comandante en Jefe del Ejército Conservador. Miramón abandonó el país y se dirigió a Europa.

viernes, septiembre 11, 2009

Poema de Giordano Bruno a sus verdugos

Poema de Giordano Bruno a sus verdugos


Decid, ¿cúal es mi crimen? ¿lo sospecháis siquiera?
Y me acusais, ¡sabiendo que nunca delinquí!
Quemadme, que mañana, donde encendais la hoguera,
Levantará la historia una estatua para mí.
Yo sé que me condena vuestra demencia suma,
¿Por qué?...Porque las luces busqué de la verdad,
No en vuestra falsa ciencia que el pensamiento abruma
Con dogmas y con mitos robados a otra edad,
Sino en el libro eterno del Universo mundo,
que encierra entre sus folios de inmensa duración;
los gérmenes benditos de un porvenir fecundo,
basado en la justicia, fundado en la razón.
Y bien, sabéis que el hombre, si busca en su conciencia,
la causa de las causas, el último por qué
ha de trocar muy pronto, la Biblia por la ciencia,
los templos por la escuela, la razón por la fé.
Yo se que esto os asusta, como os asusta todo
todo lo grande , y quisierais poderme desmentir.
Más aún, vuestras conciencias, hundidas en el lodo
de un servilismo que hace de lástima gemir...
Aún allá, en el fondo, bien saben que la idea,
es intangible, eterna,divina, inmaterial...
Que no es ella el Dios y la religión vuestra
Sino la que forma con sus cambios , la historia universal.
Que es ella la que saca la vida del osario
la que convierte al hombre, de polvo, en creador,
la que escribió con sangre la escena del calvario,
después de haber escrito con luz, la de Tabor.
Más sois siempre los mismos, los viejos fariseos,
Los que oran y se postran donde los puedan ver,
fingiendo fé, sois falsos llamando a Dios, ateos
¡chacales que un cadáver buscáis para roer!...
¿Cúal es vuestra doctrina? Tejido de patrañas,
vuestra ortodoxia, embuste;vuestro patriarca, un rey;
leyenda vuestra historia, fantástica y extraña.
Vuestra razón la fuerza; y el oro vuestra ley.
Tenéis todos los vicios que antaño los gentiles
Tenéis la bacanales, su pérfida maldad;
como ellos sois farsantes, hipócritas y viles
Queréis, como quisieron, matar a la verdad;
Más...¡Vano vuestro empeño!...Si en esto vence alguno;
soy yo porque la historia dirá en lo porvenir;
"Respeto a los que mueren como muriera Bruno"
Y en cambio vuestros nombres...¿Quién los podrá decir?

¡Ah!...Prefiero mil veces mi muerte a vuestra suerte;
Morir como yo muero...no es una muerte ¡no!
Morir así es la vida; vuestro vivir, la muerte
Por eso habrá quien triunfe, y no es Roma ¡ Soy Yo!
Decid a vuestro Papa, vuestro señor y dueño,
Decidle que a la muerte me entrego como un sueño,
porque es la muerte un sueño, que nos conduce a Dios...
Más no a ese Dios siniestro, con vicios y pasiones
que al hombre da la vida y al par su maldición,
Sino a ese Dios-Idea, que en mil evoluciones
da a la materia forma, y vida a la creación.
No al Dios de las batallas, sí al Dios del pensamiento,
al Dios de la conciencia, al Dios que vive en mí,
Al Dios que anima el fuego,la luz, la tierra, el viento,
Al Dios de las bondades, no al Dios de ira sin fin.
Decidle que diez años, con fiebre, con delirio,
Con hambre, no pudieron mi voluntad quebrar,
Que niegue Pedro al Maestro Jesús, que a mí ante el martirio,
de la verdad que sepa , no me haréis apostatar.
¡Más basta!...¡Yo os aguardo! Dad fin a vuestra obra,
¡Cobardes! ¿Qué os detiene?...¿Teméis al porvenir?
¡Ah!...Tembláis...Es porque os falta la fé que a mi me sobra...
Miradme...Yo no tiemblo...¡Y soy quien va a morir!...

sábado, agosto 22, 2009

incunables

Se denomina incunables a los libros impresos antes del 1 de enero de 1501

La Biblioteca Nacional de Espana cuenta con la colección más importante del país, unos 3.100 ejemplares, donde están representadas las principales imprentas españolas y la mayor parte de las imprentas europeas.

La formación de la colección de incunables se remonta a los de la Biblioteca Real, pues algunos de los incunables ingresaron con las bibliotecas confiscadas por Felipe V tras la guerra de Sucesión como la de Juan Francisco Pacheco Téllez Girón, IV duque consorte de Uceda que presenta la encuadernación típica de dicha biblioteca nobiliaria: cartón cubierto de pergamino verde con hierros dorados.

En estos primeros tiempos, mención especial merece el bibliotecario mayor Juan de Iriarte que consiguió llevar a buen término en 1736 una primera permuta de fondos con el convento de Santo Tomás de Ávila, que iba a incorporar a la colección 315 incunables.

Durante todo el siglo XVIII el procedimiento más habitual para el incremento de la colección fue la compra de bibliotecas particulares y así la incorporación en 1865 de la biblioteca de Pedro Caro Sureda, III Marqués de la Romana supone 200 nuevos incunables. A esta biblioteca se había incorporado la de Fernando José de Velasco y Ceballos que contabilizaba unos 30 incunables.
No faltaban tampoco algunos incunables en la biblioteca del erudito y bibliófilo Luis Usoz y Río incorporada en 1873, aunque se trata de un hecho muy poco significativo en la historia de la formación de la colección de incunables. Aunque se trata del único fondo de impresos que se ha mantenido unido, con signatura propia, a lo largo del tiempo algunos de sus incunables cambiaron la característica signatura "U" por la propia de los incunables.
Un tercer momento de la formación de la colección tiene lugar en 1886 con la biblioteca ducal de Osuna e Infantado. A este hecho tendremos que unir otros dos acontecimientos. En primer lugar, el envío de la biblioteca del Ministerio de Fomento que tiene lugar en 1888 y que incorpora quince incunables y en segundo lugar la célebre subasta celebrada en París en 1891 para liquidar la biblioteca de Ricardo Heredia, conde de Benahavis, ocasión en que la Biblioteca conseguirá una decena de importantes ejemplares.
Cuando la Biblioteca traslada su edificio desde la calle Arrieta al Paseo de Recoletos entre 1894 y 1896 los incunables logran su sección aparte, su signatura propia, una I y un número currens.
El siglo XIX se cierra con otro hecho importante, cuando en 1899 se compra la biblioteca de Pascual de Gayangos. Sus ejemplares en el conjunto de la colección son multitud, reconocibles por la presencia de un sello en tinta roja con su nombre.
La colección de incunables ha continuado creciendo y sigue haciéndolo en este momento, gracias a las adquisiciones de ejemplares aparecidos en el mercado nacional e internacional o en poder de particulares, pero igualmente por los hallazgos de nuevos incunables en la propia Biblioteca, en la mayor parte de las ocasiones, por un estudio más detenido de los volúmenes facticios de la propia colección y más cuidadosamente de la rica colección de manuscritos y de impresos Raros.

domingo, marzo 01, 2009

reportaje interesante, Galileo


REPORTAJE
La condena de las teorías de Copérnico y las tribulaciones de Galileo
El 19 de febrero de 1616 se pusieron las bases del proceso contra el astrónomo italiano por sus ideas heliocéntricas
DAVID BARRADO Y NAVASCUÉS 21/01/2009


"...Dadme las naves y adaptadme las velas al viento celeste; habrá gente que no tendrá miedo ni siquiera de cara a aquella inmensidad. Y para estos descendientes que ya dentro de muy poco se aventurarán por estos caminos preparemos, oh Galileo, yo una astronomía lunar y tú una joviana". Johannes Kepler a Galileo Galilei en Dissertatio cum Nuncio Sidereo
Ciertas fechas deberían ser borradas del calendario, son merecedoras del oprobio y la vergüenza. Una de ellas es el 24 de febrero, cuando una comisión de teólogos consultores de la Inquisición, en el año 1616, censuró la teoría heliocéntrica de Copérnico reafirmando la inmovilidad de la Tierra.
En realidad el proceso fue algo más complicado. Comenzó el 19 de febrero con la propuesta de censura de una comisión de expertos, entre los cuales no había ningún astrónomo. Continuó con una reunión de la Congregación del Santo Oficio en la que se inició la amonestación a Galileo por orden del papa Paulo V, realizada al día siguiente por el cardenal Bellarmino, cuando se le prescribe que abandone la opinión de que la Tierra se mueve. El primero de marzo, la Congregación del Índice prohíbe una serie de libros relacionados con el heliocentrismo y su validez desde un punto teológico, y se suspende la obra copernicana De Revolutionibus Orbium Coelestium (Sobre el movimiento de las esferas celestiales), publicada póstumamente en 1543, hasta su "corrección". La obra maestra de Copérnico permanecería en el índice de libros prohibidos (Index Librorum Prohibitorum et Expurgatorum) hasta 1835. Recordemos que la teoría heliocéntrica, y el modelo matemático que la acompaña, era esencial para calcular con precisión y sencillez los movimientos de los planetas y estaba relacionada con la reforma del calendario, por lo que era extremadamente difícil prohibirla completamente. El decreto se publicaría varios días más tarde, el 5 de marzo de 1616.
El instrumento maravilloso
La historia de las tribulaciones de Galileo y sus encuentros y desencuentros con la jerarquía eclesiástica, por supuesto, no comienza ni termina ahí. El inicio hay que buscarlo probablemente en 1609, cuando recibe noticias de la existencia de un instrumento maravilloso, compuesto de lentes, capaz "acercar" los objetos. Con esta limitada información, Galileo construye su primer telescopio durante el verano de aquel año. Ya en diciembre se encontraba observando el firmamento con telescopios de calidad adecuada. Y es entonces cuando un nuevo universo se abrió para él, y también para nosotros, herederos intelectuales de la obra galileana. Entre sus múltiples descubrimientos están: las manchas del Sol, las montañas de la Luna, las fases de Venus, los cuatro satélites principales de Júpiter, los anillos de Saturno (sin darse cuenta de su naturaleza), la explicación de las mareas, la gran densidad de estrellas de la Vía Láctea, el propio uso del telescopio y del péndulo como instrumentos científicos, leyes de la dinámica, estudios sobre la caída de los graves, entre otros. Es precisamente el descubrimiento de las manchas solares lo que le puso en colisión directa con los jesuitas, debido a la disputa que inició por la prioridad y el significado de las mismas con el padre Christopher Scheiner, quien insistía en la incorruptibilidad del cielo.
Otra disputa con un miembro de esa orden, en este caso Horazio Grassi, fue por la naturaleza de los cometas. Diversos intelectuales ligados a varias órdenes religiosas (aunque también encontraría aliados dentro de alguna de ellas) asediarán a Galileo de manera implacable.
Años más tarde, el 22 de junio de 1633, a pesar de la protección de los duques de Toscana, la poderosa familia Medici, Galileo será formalmente condenado por la Inquisición y forzado a abjurar, de rodillas y bajo amenaza de torturas, de la teoría de Copérnico, calificada de herética. Y lo es a instancias de su supuesto amigo, el pontífice Urbano VIII, elevado al trono papal en 1623.
Prohibición de un libro de Galileo
La historia de Galileo y la prohibición de su libro Diálogo sobre los dos grandes sistemas del mundo, donde exponía de manera contundente la superioridad de la teoría copernicana que situaba al Sol en el centro del universo (y por tanto forzando el movimiento de la Tierra, lo que se oponía a la interpretación literal de ciertos pasajes de la Biblia) frente a la visión geocéntrica y geoestacionaria de Claudio Ptolomeo es, verdaderamente, fascinante. Y ello a pesar de las limitaciones impuestas por Urbano VIII durante el proceso de edición del libro, completamente supervisado por la jerarquía romana y que le dio, en un primer momento, el imprimátur, la declaración oficial de estar libre de error moral o doctrinal.
Todo el proceso es, en verdad, de gran complejidad, digno de la mejor novela de conspiración renacentista. Desde sus antecedentes históricos (el desarrollo de la teoría heliocéntrica por parte de Nicolás Copérnico) prácticamente un siglo antes, pasando por los métodos procesales de la Inquisición (que se soslayaron o incluso contravinieron en el caso Galileo), la guerra ideológica entre partidarios y enemigos de Galileo en el mundo académico, hasta el papel de la política internacional, incluyendo la lucha contra el protestantismo y el enfrentamiento entre España y Francia que forzó la reorientación de política de Urbano VIII, lo que bien pudo influir en su cambio de opinión, tan drástico, respecto a la obra de Galileo. Y llegando hasta la revisión del caso por una comisión de expertos a partir de 1979 por indicación de Juan Pablo II. El llamado caso Galileo está repleto de múltiples manipulaciones de inquisidores e historiadores, que llegan hasta el fraude y la tergiversación descarada de evidencias.
"Eppur si muove"... Probablemente Galileo, anciano y derrotado, no pronunció está frase al salir de la sala donde tuvo que abjurar de la teoría heliocéntrica. "Y sin embargo se mueve"... En cualquier caso, algunas pruebas empíricas del movimiento de rotación de la Tierra son:
- La caída libre de los cuerpos, ya sugerida por Galileo. Al caer se desplazan hacia el Este. La primera confirmación se obtuvo en un experimento realizado en 1791 desde la Torre de los Asinelli, en Bolonia.
- El péndulo de Foucault. La primera comunicación se realizó 1851.
- La desviación de los proyectiles de artillería hacia la derecha en el hemisferio Norte.
- La aberración de la luz, descubierta por James Bradley en 1728, y que es el resultado de la suma de la velocidad finita de la luz con la de la Tierra en torno al Sol y produce una variación de la posición aparente de las estrellas.
Galileo muere, ciego, el 8 de enero de 1642, a punto de cumplir 78 años, después de haber pasado los cinco años posteriores a la condena confinado en su casa de Florencia y bajo la sospecha de la jerarquía eclesiástica los últimos cuatro. A pesar de ello, siguió trabajando en ciencia y en la realización de diversos experimentos hasta prácticamente sus últimos días.
En cualquier caso, Galileo Galilei es uno de los grandes científicos de todos los tiempos y el padre de la Física moderna. Gracias a él, nosotros sí podemos afirmar "eppur si muove".

David Barrado y Navascués pertenece al Laboratorio de Astrofísica Espacial y Física Fundamental del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC)